El Montessori me enseñó a que los decretos se hacen realidad, me enseñó a abrir mi corazón, a soñar y a ver la realidad. Para mí el Montessori fue encontrar luz, la claridad, un guía. Es aprender a saberse y sentirse vivos. Nunca olvidaré la magia que viví.
Gracias de todo corazón.
Yanieb Fabre.
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En el Montessori no sólo cursé la primaria, el Montessori me acompañó en mi crecimiento, y con él, su pasto, su tierra, sus juegos, su material y todas esas cosas que me ayudaron a crecer. Hoy tengo una estructura de pensamiento lógica que muchos de mis compañeros de escuela (Colegio Morelos de Cuernavaca, S.C.) no tienen y eso es gracias al Montessori. No fue algo que adquirí recitando tablas o fechas, fue algo que aprendí jugando con la torre rosa, con las cuentitas de decenas, centenas y unidades, con las maquetas del ojo y el oído y con 'Rodolfo', como solíamos llamar al maniquí del cuerpo humano. Además, las clases de teatro del Montessori me dieron una seguridad para hablar y desenvolverme en público que no todos tienen.
Es por eso que el Montessori fue tan importante para mí, porque es parte de lo que fui, me ayuda a ser lo que soy y seguramente me ayudará a ser lo que seré el resto de mi vida.
Bruno.
Bruno Aranciba Alberro
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Cómo reponerse de una infancia feliz (Octavio Paz se lo preguntó alguna vez.... (Creo).
Ser egresada del Montessori de Coyoacán me preparó para la vida. Hoy, 30 años después y como maestra acudo a miles de cursos que me regresan
al origen, a un colegio instalado en el futuro que hablaba del trabajo en equipo, del alumno como centro, del planeta y su importancia, del manejo de la libertad y del arte como
salvación.
Leticia Iñiguez es mi referente indispensable en el trato cotidiano, fueron ella y Tere quienes me enseñaron que la sonrisa es la mejor tarjeta
de presentación, con más crédito que la de American Express y la reciben, en verdad, por todo el mundo. Fueron ellas las que me enseñaron que la educación no viene en los libros,
viaja en canciones, en el ejemplo cotidiano, en la poesía y en las obras de Teatro. Me inculcaron que la libertad es una estafeta pesada que se lleva con cuidado. Y que estás obligado a
pasarla a tus hijos lo antes posible porque sólo con ella como estandarte se puede ser enteramente feliz.
La libertad vuela con las alas de Ícaro pero puede caer con el mismo peso con el que el Sol cae cada noche.
La democracia dejó de ser para mí una palabra sin sentido en tercero de primaria cuando nos sentaban en asamblea para decidir juntos el color
de las paredes de la escuela o el destino de la próxima excursión.
Como Paz, insisto ¿Cómo reponerse? Sólo he encontrado una forma: levantarme temprano todos los días para besar a mis hijas, acudir a clase y
pasar la voz, recrear mi Montessori y apostarle a que, por vía de contagio, mis alumnos
y mis hijas procuren ese mundo idílico y así, cada día seamos más.
Regina Freyman
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¿¿Cómo empezar? ¿Por dónde?
Son muchos recuerdos y muchas situaciones que fueron generando otras que al entretejerse, hacen de mí lo que soy ahora. En fin, empezaré por el
principio:
Había una vez un par de amigas, muy buenas amigas, entrañables amigas, que ¡finalmente se hicieron comadres! Y que precisamente por la hija-ahijada,
una de ellas - o sea yo-, fui invitada por mi comadre a trabajar en Montessori de Coyoacán. En ese entonces yo era una estudiante de Psicología y mi ingreso al Montessori fue precisamente
como psicóloga. Una vez ahí me interesó el sistema y se me otorgó una beca para cursar como Guía de Casa de los Niños. El ambiente en Coyoacán era muy afectuoso; ahí se sentía uno
en su ambiente. Lety y Tere hacían que funcionara bien. Entonces abrimos la Casa de bebés, y yo me quedé a cargo de un grupo que fue conformándose poco a poco; con papás muy
participativos, y que se unían a ese equipo tan rico que fuimos formando, en el que la confianza y el afecto eran básicos. De esta época tengo recuerdos increíbles !Querencias y quereres
maravillosos! Mi hija -Mapi- cursó allí hasta 1º de primaria, en un ambiente de amor por el aprendizaje, de descubrimiento de sus propias habilidades. Supongo que a ella también la marcó
esta época, ya que ahora es una mujer profesionista, toda una ejecutiva, madre de un bebé que asiste a una Estancia Infantil Montessori.
Yo tuve que dejar la ciudad de México en 1980, y aunque mi vida profesional no está enfocada ya en Montessori, supongo que sí dejó una marca
importante en mí, en mi forma de ser y de ver la vida; en un gran respeto por la infancia y en una admiración increíble por la libertad.
¿Qué me dejó el Montessori? Fue la primera oportunidad de valorarme a nivel profesional, fue el espacio que me permitió conocerme y conocer a otros
sumamente valiosos para ir construyendo una vida que por diferentes circunstancias me hacen ser lo que ahora soy.
¡Gracias Lety, por todo lo que has hecho! Un beso.
MARTA.
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Cuando iba a nacer nuestra tercera hija, Irune, conocimos la escuela Montessori de la Montaña, dirigida por nuestra gran amiga Leticia Iñiguez.
Sabíamos de la existencia de María Montessori, y de escuelas de ese tipo que permitían que los niños se desarrollaran utilizando “material”. Pero en realidad desconocíamos en qué consistía el
sistema. Elegimos la escuela porque nos quedaba cerca y facilitaría la vida familiar. Cuando Bruno y María entraron, lo que más nos preocupaba es que desarrollaran el pensamiento lógico
matemático, por lo que trabajar en el tapete, hacer 4 obras de teatro como mínimo al año, y convivir cotidianamente tanto con niños mayores como niños menores, nos parecía
irrelevante.
Estaban contentos y siempre hablaban de la escuela. María a los 3 años aprendió a leer viendo como la maestra de Casa de Niños le enseñaba a un
compañero mayor. A Bruno le gustaban mucho las obras de teatro y con mucha facilidad se aprendía los libretos.
Cuando Irune cumplió 1 año, entró a la escuela. El primer día, caminó feliz de la mano de sus hermanos sin ni siquiera voltearnos a
ver.
En los primeros años estábamos muy preocupados porque Bruno no se sabía las tablas de multiplicar y María tenía mala caligrafía. Pero con el paso de
los años, nos dimos cuenta que podrían no saber las tablas de multiplicar, pero que la esencia del pensamiento lógico matemático les había sido ampliamente desarrollado gracias al trabajo de la
maestra Engracia Vázquez.
La convivencia con chicos y grandes les abrió el espíritu a la solidaridad y compañerismo, que confiamos florecerá en ellos a lo largo de su
vida.
Tampoco nos dimos cuenta de cuánto estaban aprendiendo al hacer todas las obras de teatro: seguridad en sí mismos, análisis de texto, memoria,
manejo del espacio y la voz, pararse y hablar frente al público, hasta que ingresaron para cursar la secundaria en otra escuela donde obtuvieron los primeros lugares en exámenes de ingreso. Sí,
del sistema Montessori egresan alumnos excelentes.
Hoy, Irune sigue estudiando en el Montessori de la Montaña, no se sabe las tablas, ayuda, y cuida a los niños de Maternal, corre y juega con los de
taller I y II, se emociona mucho cuando están ensayando una obra de teatro, y sobre todo, cuando entra y sale de la escuela, lo hace con una sonrisa.
Papás de Bruno, María e Irune Arancibia Alberro
Anne Alberro.
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De las experiencias que más me acuerdo y que han marcado mi formación como ser humano, una de ellas, posiblemente de las más importantes por su
influencia en todos los aspectos en mi persona, es el ser niño Montessori...
Porque aunque ya tengo 35 primaveras todavía guardo una conexión divina con ese niño que aprendió a descubrir el mundo guiado por Tere, Lety, Angélica, Alejandra, Engracia y muchas y muchos verdaderos guías que me dieron la oportunidad de descubrir con todos mis sentidos el mundo que había de empezar a recorrer. En mi trabajo, todavía aprendo mediante el tacto, los olores, sabores, sonidos y muy importante por medio de imágenes y colores. Todavía saco mi tapete para ponerme a trabajar y procuro guardar todo en orden cuando termino (aunque nunca fui muy organizado...pero trato). En fin, fui y sigo siendo un privilegiado porque aunque vivo a más de 3 mil kilómetros de el Montessori de Coyoacán, ahora Montessori de La Montana, llevo esos valores y raíces que me inculcaron mis guías muy adentro, y sigo llamando a la maestra directora para que me guíe en los momentos más difíciles.
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Inicié mi experiencia Montessori desde que estaba en el vientre de mi madre, sin embargo cuando terminé la primaria, mi aventura educativa tuvo un
remarcado giro de 180 grados cuando mi madre me dejó decidir a qué escuela secundaria quería yo ingresar. Pues nada mas opuesto y más tradicional que el Instituto Mexico (para colmo de puros
hombres). ¿Por qué? Porque representaba un gran reto, y siempre he sido muy necio y perseverante. Recuerdo que muchas de las mamás de mis amigos estuvieron muy pendientes de mi examen de
admisión, porque pensaban que era muy difícil para un niño Montessori entrar a otro tipo de escuelas con sistema diferente. Pero no, fui el número uno, de 400 alumnos que presentaron un
examen de 4 o 6 horas de duración, una locura de tiempo y por cierto bastante difícil, sólo 80 pudimos ingresar y mi calificación fue de 9.3
Ya en la secundaria, recuerdo que en mi primer examen saque 10 pero como subrayé el título con rojo el maestro me puso 0. Obviamente como buen niño
Montessori le reclamé al maestro y posteriormente fui junto con mi madre con el director, sin resultados. Recuerdo haber estado muy frustrado y haber tenido algunos enfrentamientos con
profesores cuando sabía que yo tenía la razón. Pero lo más importante finalmente, es que tuve las herramientas suficientes para adaptarme y terminé mi secundaria con un buen
promedio.
Pasé por universidades como La Salle (6 semestres de Arquitectura), Tec y Universidad De Las Américas, Puebla (Administración de empresas) buscando
encontrar una carrera que ofreciera la ruta en donde desarrollaría mis aptitudes y al mismo tiempo empezaría a salir adelante económicamente, así como muchos otros estudiantes,
lamentablemente se me acabó el dinero y la gasolina por lo que tuve que interrumpir mis estudios para trabajar. Siempre fui muy inquieto y algo creativo inclusive para los negocios. No todos han
resultado ser buenas ideas o han terminado con ganancias, pero desde que tenía 17 o 18 años abrí mi primer negocito. Recuerdo que vendí mi coche para abrir una lavandería, después tuve una
papelería y una agencia de viajes la cual tuvo muy altas y muy bajas temporadas, pero sigo aprendiendo (como buen niño Montessori). Durante ese tiempo conocí al amor de mis amores y decidí
terminar mi carrera en administración de empresas en su país natal, así que tomé un sin fin de exámenes y por fin entré y terminé en la Universidad de San Diego en California.
Actualmente, trabajo para una empresa que se llama Dacor www.dacor.com y me dedico a dirigir y coordinar el departamento de Desarrollo de Nuevos
Negocios, y tengo a mi cargo el dirigir y coordinar todo el proceso de introducción de nuevos productos, por lo que mi jefe y yo somos responsables del 40% de las ventas de la empresa. Cabe
mencionar que la empresa tiene 700 empleados y es líder en la producción y distribución de electrodomésticos residenciales de alta calidad en Norte America. He sido muy afortunado porque son
realmente pocos los mexicanos o latinos en esta industria los cuales tienen algún puesto con tanta responsabilidad y que tienen la oportunidad de viajar de negocios y conocer diferentes culturas
de gente de todas partes del mundo.
Cada vez que estoy en otro país, trato de tomarme aunque sea unas horas para disfrutar de los olores, colores, música, texturas y sabores, e
impregnarme de otra cultura. Me siento como cuando iba al Montessori y descubría diferentes letras o números, cuando contaba mis frijoles y servía el agua. Todo es nuevo y trato de grabarlo en
mis sentidos.
Ese niño inquieto que sigue siendo guiado, ahora trata de aprender a guiar, tengo dos preciosas hijas (mis torbellinos) que han pasado también por
escuelas Montessori en Pasadena California y las han disfrutado casi como yo disfrute la mía, y cada vez que vamos a Cuernavaca pasan aunque sea unos días descubriendo su mundo de mi mano y
ahora de su guía Lety, en el Montessori de la Montaña.
Por ultimo, Estoy estudiando una Maestría en Administración con énfasis en Finanzas y Mercadotecnia en la Universidad de Pepperdine en
California.
Lety, gracias de parte de todas las generaciones que han pasado por tus brazos. Te quiero mucho.
Mauricio Roca Iniguez
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Si tuviera que definir mi experiencia en el Montessori de la Montaña con una palabra, sería “Grandeza”. Existen muchas personas que creen que la
educación tradicional es la que nos lleva al éxito en la vida y por supuesto, la sociedad constantemente nos obliga a querer buscarlo por medio de ese tipo de educación, mis padres e incluso
yo misma a mis 12 años no éramos la excepción.
Teníamos que mudarnos a la ciudad de Cuernavaca y para ello buscar una escuela que pudiera adaptarse a nuestras necesidades, casualmente paseando
por la carretera México-Cuernavaca encontramos un anuncio haciendo mención a dicha escuela, nos dió curiosidad y entramos, nuestra sorpresa fue ingresar y no ver más que cabañas de madera, mucho
espacio al aire libre rodeado de naturaleza, algo completamente fuera de lo “común” si pensamos que mi anterior escuela era prácticamente un cuartel. Hasta la fecha no sé qué fue lo que nos
atrapó a mi hermano, a mí y hasta a mi mamá, que en ese momento pagó la inscripción y estábamos listos para comenzar clases en un par de semanas.
Desde el primer día de clases comenzó la magia, me cautivo. Era todo tan diferente, enseñanza con material didáctico e individual, aprender
autodisciplina y sin siquiera un regaño, descubrir mis errores y mis aciertos y siempre sentir la confianza de poder preguntar sin temor a hacer ridículos y con el único objetivo de hacer más. El
aprendizaje se volvió para mí algo necesario (no nada más porque mis padres me mandan a una escuela porque así debe ser), me comenzó a gustar y eso se reflejó no nada más en mis calificaciones
sino en siempre querer ir más allá, preguntando y haciendo, ser independiente y autosuficiente en ese aspecto, ir a buscar personalmente lo que me interesaba no esperar a que me dijeran qué hacer
y que no, curiosidad por todo lo que me rodeaba, era maravilloso llenarse de todo lo que hay que saber.
En el Montessori aprendí que vale más una educación de calidad, donde los alumnos van, irónicamente felices a la escuela con deseos de aprender,
donde los profesores son más que simples educadores dominantes, son educadores de experiencia y vida, la grandeza de esta escuela y este tipo de enseñanza radica en su grandeza espiritual, en
saber hacer sentir a los alumnos como un miembro de la familia Montessori, donde todos nos apoyamos y juntos aprendemos por medio de material didáctico y multi sensorial todas las materias de
rigidez educativa y la realidad de nuestra vida cotidiana.
En mi escuela del bosque encontré más que profesores y compañeros, encontré una gran familia. Gracias a Lety, Engracia, Cecilia, Ofelia, Mariana,
Clemente, Mark, Alejandra, y a todos mis amigos de esas primeras tres generaciones del Montessori de la Montaña porque ayudaron a mi formación educativa, emocional y espiritual y gracias a ello
hoy orgullosamente puedo decir que he terminado mi carrera en ciencias de la comunicación y voy por más.
Con mucho cariño.
Paulina Ramírez Santiso.
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LETY:
Hola, primero que nada, siento muchísimo que haya habido una confusión, yo dije en el Morelos (refiriéndome al colegio, pero no lo especifiqué) y tu
dedujiste cine, que lástima que no se pudo. La obra salió de maravilla, es básicamente por eso que te escribo, porque hoy me di cuenta de todo lo que te debo, de todo lo que me enseñaste, tanto
acerca de la vida como del teatro. Hoy me sentí totalmente orgulloso de haber ido en el Montessori, porque todos los años que practiqué teatro contigo, junto con el esfuerzo del profe Carlos,
dieron fruto hoy en esta obra. Sólo quería que supieras que te agradezco profundamente todo lo que me enseñaste, y que te quiero muchísimo.
Espero que volvamos a llevar a escena la obra, es muy posible que la presentemos en el Jardín Borda, no te preocupes, te avisaré cuando sepa algo.
Te mando un abrazo y un beso.
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Dos años en el Montessori de la Montaña, 4 y 5 de primaria, parece que fueron más, aprendí tantas cosas de una manera tan divertida que nunca se ve
van a olvidar, mis compañeros, los maestros, los trabajos con el material, los juegos, las obras de teatro, las meditaciones, las clases de arte y muchas otras cosas mas.
Esos dos años fueron una gran experiencia en mi vida, tanto escolar como social. Y creo que ahora que estudio 5 semestre de Comunicación platicando
con mis compañeros me he dado cuenta que parte de mi primaria fue bastante diferente a la de mis compañeros y eso me gusta mucho y ví que fue en esta escuela en la que muchas de mis actividades
eran diferentes a las de cualquier otro niño de mi edad y lo disfrute y aproveche a lo máximo y que ahora a mis 20 años, después de casi 10 años de que salí, creo que sigue en mi algo de la
montaña...
Mariana Occelli.
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Estudié en el Colegio Montessori de la Montaña por un periodo de nueve años, mismos que fueron los más bonitos de mi infancia, pues estar en la escuela era como estar en familia, sólo que con muchos compañeros nuevos. En lugar de juguetes, nos entreteníamos con material con el cual yo estaba aprendiendo sin darme cuenta. Entré a los cuatro años, estuve tres en Casa de Niños, tres en Taller 1 y tres en Taller 2.
Nunca olvidaré a mis maestros, especialmente a Lety que es una excelente persona. Gracias por tu apoyo y enseñanza.
Ahora estoy en el Antiguo Colegio Santa Inés, terminando mi primer año de secundaria, y a pesar de ser un sistema tradicional, me he adaptado sin ningún problema.
Quien desee estar en el Montessori de la Montaña, les aseguro que obtendrán los elementos suficientes para continuar estudiando y saber que tienen las mejores bases, para estar más adelante en cualquier escuela sin ningún problema.
Adriana Téllez Guadarrama
Calle 20 de Noviembre #1, Santa María Ahuacatitlán, C.P. 62100,
Cuernavaca, Morelos
Teléfonos: 777 1704 550 / 777 1704 549 / 777 5332 845
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